Stop Desahucios y la Insumisión

ezbiolentzia jardunaldiakComprar una vivienda no es ninguna tontería, es hipotecarte para el resto de tu vida, pagar religiosamente mes a mes porque penden sobre ti unos abusivos intereses de demora; te quitas de todo antes de dejar de pagar. Por eso es una tragedia que el banco ejecute la hipoteca: no solo te quitan el techo, te deshaucian como persona, te mandan a la exclusión social. Una tragedia escandalosa: 15 desahucios al día en Euskadi, incluidas las viviendas que sirvieron de aval, gente mayor responsable de sus hijos. Y, ya en la puta calle, a seguir pagando por algo que ya es del banco, ese banco rescatado con nuestro dinero. ¿No clama al cielo? La vivienda no es un derecho, es una esclavitud en toda regla y los bancos manejan la trata de esclavos para obtener pingües beneficios. Es inmoral, un crimen contra la humanidad.

Me llaman mucho la atención los paralelismos que existen entre la insumisión que acabó con la mili y la lucha de Stop Desahucios: una obligación legal absolutamente injusta, una tragedia silenciada, afectados y afectadas que se unen con gentes no afectadas para hacerla frente, solidaridad por encima de procedencias y destinos, abogados y abogadas que trabajan gratis, resistencia noviolenta a la autoridad, un sistema judicial que se resiente y fuerza vericuetos para no ser cómplice del absurdo, un gobierno que, vencido ante intereses ajenos, dicta una moratoria para sacar el tema de la agenda mediática y luego ya veremos, una inmediata valoración social de que eso no soluciona nada, de que la sociedad exige la dación en pago con carácter retroactivo y, por qué no, dejar que sigan viviendo en esa casa con un alquiler social; a fin de cuentas la banca la pagamos entre todos y todas. También hay grupos asamblearios y coordinadoras que mueven todo eso; el MOC y Kakitzat de entonces son ahora Kaleratzerik ez, Etxebizhitza o Kepasakonlakasa.

La insumisión consiguió acabar con la obligación de una prestación militar tan absurda como injusta. Hace pocos días, una compañera de universidad me confesaba que cuando le llamaron para autoinculparse con uno de los primeros insumisos no creyó ni por asomo que aquello tuviera futuro, y ¡fijate! Así que, ¿quién nos dice que ésta no es otra buena insumisión con final feliz? Lo tiene todo, hasta escenarios de ocupación y proyectos de vivienda comunitaria en tantas viviendas vacías de bancos rescatados, exactamente lo que está haciendo en Sevilla la Corrala de Vecinas la Utopía. Insumisos e insumisas del mundo, ¿a qué estamos esperando?